Frenar, parar, dejar de correr, y respirar hondo...quedarse quieto. Mirar y pensar, y no soñar.
Ya son cuatro semanas de quedarnos en casa. ¿Qué ha significado eso?
Mis niños con clases on-line, yo intentando contactar con mis clientes, el teléfono como unión con nuestros seres queridos. Mientras tanto, los que estamos bajo un techo hablamos mucho más y vivimos más intensivamente juntos.
Finalmente, también yo lo he entendido. Paro quieto, estoy tranquilo. Luego seguiremos, aunque nadie sabe cómo y cuándo. Algo ha cambiado.
Escuchamos que la naturaleza se recupera de nosotros, lo vemos en internet aunque ya no vemos más allá de nuestra calle. Estamos desconectados de la naturaleza. ¿Podremos conectarnos nuevamente cuidándola?
Y observar cómo se transforma un capullo en una rosa.